Como conozco a las personas que están hechas de esa misma levadura, ahora empiezo a pensar que goethe tenía toda la razón cuando escribió su célebre frase, caminando por los jardines de su casa de colonia: el hombre no está hecho de sangre, de huesos, de cartílagos. Está hecho de sueños. Calderón también lo sabía, y por eso nos hizo la famosa invitación literaria, la misma que jesús oviedo nos hace ahora, en esta obra: soñemos, alma, soñemos. Juan gossaín
OVIEDO JESUS - OVEJA NEGRA