En nuestro mundo, en el que todo tiende a ser planificado a gran escala y escapa al dominio cotidiano y concreto de cada uno de nosotros, parece como si, a la hora de orar, no tuviéramos más opción que refugiarnos en el goce inmediato. Pero no es así. Podemos aprender desde la contemplación y el discernimiento a encontrarnos con el señor donde "brilla por su ausencia".
FERRAN MANRESA - SAL TERRAE